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Cuando estaba diciendo esto, una mujer de entre la multitud dijo en voz alta:

–Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron.

Pero Jesús dijo:

–Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.

El joven cristiano que va asumiendo el proyecto de Jesús como base de sus valores está muy lejos de caer en el conformismo. Jesús se manifiesta profundamente libre ante todo obstáculo a la voluntad de su Padre. (…) El joven cristiano, lejos de ser un conformista, es un “profeta” en su conducta y en sus palabras: manifiesta su denuncia ante la injusticia.

Comentario: 

Guardar la palabra de Dios como María guardaba en el corazón la experiencia de acompañar a su hijo en su crecimiento y maduración. Guardar la palabra es acogerla, respetarla, atesorarla, acariciarla para que vaya dando frutos, para que arraigue en el corazón y nos permita cada vez más volvernos a Dios y dejarnos convertir por su amor, como la flor va siguiendo el recorrido del sol para producir el verde que le sostiene la vida. Guardar la palabra es identificarse con ella no para poseerla ni dominarla, al contrario, para que su acción en el corazón vaya haciéndolo progresivamente más humano y más compasivo y para que, a partir de él, ese reino de Dios en ciernes vaya propagándose alrededor para enraizar en otros corazones que se conviertan así en guardadores del mensaje de vida que porta la palabra de Dios.