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Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.

 

La ley ha de ser continuamente liberada e iluminada por la acción del Espíritu. De este modo, sin caer en el relativismo moral, las formulaciones y las dimensiones profundas de la ley cristiana han de ser progresivamente descubiertas a la luz de las exigencias del amor fraterno y solidario entre nosotros.

Comentario: 

Jonás consiguió muy a pesar suyo que Nínive se volviera a Yahvé gracias a su predicación y sin embargo el propio Jonás no podía entender que la misericordia de Yahvé fuese más fuerte que todos los graves pecados cometidos por ese pueblo que, a su juicio, no merecería misericordia sino un severo juicio por parte de Yahvé.

Jesús en este pasaje parece contrariado quizá porque lo que no puede entender es que su predicación del reino de Dios y de su misericordia resulte infructuosa, además entre quienes se declaran pueblo escogido de Dios y podrían tener mucha facilidad para acoger su mensaje, que, sin embargo, desprecian por no estar sometido a una ley que acaba imponiendo su lógica al amor. Los ninivitas, declara, paganos, pero al fin y al cabo convertidos, serán los jueces de un pueblo de Dios que sin embargo está demasiado lejos de Él.

Ser iglesia, ser comunidad, ser fraternidad no nos garantiza la cercanía de Dios mientras el corazón no esté dispuesto a volverse cada día a Dios y acoger su compasión.