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He venido a prender fuego a la tierra; y ¡cómo desearía que ya estuviese ardiendo! Tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y estoy angustiado hasta que se cumpla. ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? Pues no, sino división. Porque de ahora en adelante estarán divididos los cinco miembros de una familia, tres contra dos, y dos contra tres. El padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera, y la nuera contra la suegra.

La nueva conciencia del joven interior consiste en descubrirse, aceptarse y relacionarse como convocado, salvado, santificado y enviado por el Padre, en Jesús, por el Espíritu. Esta conciencia se va haciendo nueva y creciente en la medida en que los jóvenes se abren al Espíritu ya la historia.

Comentario: 

Los discípulos debieron quedarse alucinados ante estas palabras de Jesús que, aún hoy, después de tanto tiempo, siguen sonando incendiarias y revolucionarias.

Jesús hace que nos revolvamos en nuestros cómodos sillones, hace que brote en nosotros la pasión por el Reino, que vivamos desde la urgencia y no el acomodo.

Sufriremos constantes incoherencias, brotarán discusiones por los diferentes modos de hacer y puntos de vista sobre las cosas, porque cada uno de nosotros somos diferentes, únicos e irrepetibles. Pero juntos, con un mismo corazón, seremos capaces de seguir construyendo si alimentamos ese fuego del que nos habla Jesús. Un fuego que posibilita siempre la vida nueva, cada día un nuevo comienzo, sin mirar atrás.

Vivimos tiempos complicados donde el egoísmo y el individualismo imperan a sus anchas… No podemos dejar que esas malas hierbas crezcan en nuestro jardín, quememos los rastrojos para que la tierra sea fértil y podamos sembrar de nuevo.