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Estaba Jesús en el templo y veía cómo los ricos iban echando dinero en el cofre de las ofrendas. Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de poco valor. Y dijo:

-Os aseguro que esa viuda pobre ha echado más que todos los demás; porque ésos han echado de lo que les sobra, mientras que ésta ha echado, de lo que necesitaba, todo lo que tenía para vivir.

Para poder ser fermento entre los jóvenes hoy, la comunidad pastoral deberá tener en cuenta que los jóvenes creyentes son quienes mejor pueden ejercer este fermento cristiano en determinados ambientes. A ellos corresponde transmitir las instancias de la comunidad y aportar a esta las demandas y vivencias de los ambientes jóvenes.

Comentario: 

Desde pequeño, he pensado muchas veces en esta lectura. Llega el momento de las ofrendas en la Eucaristía y dejas una, dos, tres monedas de las que te sobran. A menudo, es un momento de la celebración que me hace sentir incómodo, insignificante, cuando pienso en tantas pobres viudas que dan todo lo que tienen. Y yo ahí, parado, deseando que pase el momento para evitar la vergüenza. 

Esto son algunas veces. Otras, simplemente me dejo llevar, sigo el pulso del corazón, corro hacia lo que me pide Dios, me doy más, me vuelvo más viuda y más pobre y recuerdo el Reino, del que todos, hermanos y hermanas, somos constructores para vivir.

Desde pequeño, he sabido que esas dos pequeñas monedas de cobre son talentos, son dones, son tiempo, son alegría, tesón, esfuerzo y bondad. Si vamos a lo hondo, Dios nos pide que las cedamos, que no las guardemos, que nuestra generosidad llene cada caja, cada necesidad, por compasión y por pasión.