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Un sábado atravesaba Jesús por unos sembrados. Sus discípulos cortaban espigas y las comían, desgranándolas con las manos. Y unos fariseos dijeron:

-¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?

Jesús les respondió:

-¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre él y sus compañeros? Entró en el templo de Dios, tomó los panes de la ofrenda, comió y dio a los que lo acompañaban, siendo así que sólo a los sacerdotes les estaba permitido comerlos.

Y añadió:

-El Hijo del hombre es señor del sábado.

 

La diaconía de Jesús está claramente vivida y definida en su búsqueda de lo perdido y en la solidaridad con el dolor de los marginados. El seguimiento a Jesús tiene claros parámetros para toda la comunidad que desee ser sujeto de anuncio y convocatoria al Reino. Sólo convoca al Reino quien, con su solidaridad cristiana, lo provoca.

Comentario: 

La actuación de Dios en la historia en el proceder de Jesús nos ayuda a reconocer que lo decisivo en cada momento es el bien concreto de las personas. Lo demás, estructuras, normas, criterios, costumbres, tradiciones, hábitos, son relativos; por tanto, pueden cuestionarse, modificarse. Las necesidades de los seres humanos, como el hambre en este caso, requieren respuesta concreta. Cada persona es sagrada, templo de Dios. ¿Cómo vivimos ante las necesidades de otras personas? ¿Con rigidez o flexibilidad?