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Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios. Al hacerse de día, reunió a sus discípulos, eligió de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles: Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago, el hijo de Alfeo, Simón llamado Zelota, Judas el hijo de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Bajando después con ellos, se detuvo en un llano donde estaban muchos de sus discípulos y un gran gentío, de toda Judea y Jerusalén, y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para escucharlo y para que los curara de sus enfermedades. Los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Los jóvenes necesitan experimentar que la comunidad cristiana es el lugar del compartir y que, en el compartir, encuentra cada hermano el sentido a cuanto es, tiene y necesita. Esta experiencia, abierta al mundo externo, tiene, para los jóvenes, un poder especialmente atrayente, interpelante y transformador.

Comentario: 

Hoy quiero vivir con agradecimiento el sentirme persona llamada por Jesús a compartir un nuevo estilo de vida. Hoy voy a llevar al corazón que mi nombre, mi persona, mi historia y biografía es acogida incondicionalmente por Dios, junto a la de tantas otras que se han abierto a este misterio a lo largo de los siglos. Hoy recuerdo y pongo nombre y rostro a cada una de ellas. Hoy escucho con sorpresa que mi vida es una misión. Con Jesús quiero seguir aprendiendo a vivir y caminar con quienes se sienten personas necesitadas, enfermas, pequeñas, insignificantes, irrelevantes, atormentadas, en búsqueda… Hoy quiero de nuevo tocar a Jesús, dejarme tocar por él, para que me transforme y me cure,”porque salía de él una fuerza que los curaba a todos"