Loading...

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Dejó el territorio de Tiro y marchó de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que le impusiera la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo:

-Effatha (que significa: ábrete).

Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente. El les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo pregonaban. Y en el colmo de la admiración decían:

-Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Comentario: 

Jesús se hace presente en un mundo cerrado al proyecto de Dios por diversos intereses. Y se presenta sanando con gesto (tocando) y palabra (ábrete). Así capacita para escuchar la novedad de una vida plena y un amor grande. La persona que recibe esa novedad queda abierta para comunicarla mediante relaciones gratuitas, entrañables, solidarias. Nos atrevemos a seguir a Jesús realizando sus gestos y palabras en el contexto que vivimos para que las personas jóvenes experimenten la diferencia entre información y comunicación.