Loading...

“Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca; curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo. 

Evangelio de un Dios que apuesta por nuestra verdadera identidad humana, por nuestra bienaventuranza verdadera, por nuestra libertad liberada, por el amor gratuito y gratificante, por la liberación integral de cuanto nos impide ser hijos y hermanos solidarios.

Comentario: 

Jesús nos envía a la entrega gratuita, a la donación, a la ayuda desinteresada y sin medida, a sanar. A devolver tanto don recibido, a ser vida para otros.

Igual nos insiste en que no nos perdamos en qué llevar, en los métodos. Que no nos dejemos distraer, que dejemos brillar la luz que cada cual llevamos dentro. De forma sencilla, “sin ropa de repuesto, sin bastón ni sandalias”, en confianza en Él, creyendo sinceramente que recibiremos el alimento que necesitamos. Así seremos testimonio para los otros, desde nuestra propia vida, más allá de las palabras, con amor, alegría y confianza.

Dice Francisco que “La pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda. Las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse. La evangelización, en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría”. Ojalá sepamos hacer llegar a aquellos entre los que vivimos la alegría de compartir, de poner lo que somos y tenemos en función de la misión, porque de verdad así recibimos el alimento y lo que necesitamos para continuar el camino.