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Os digo que si uno se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero si uno me niega delante de los hombres, también yo lo negaré delante de los ángeles de Dios. 

Quien hable mal del Hijo del hombre, podrá ser perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no será perdonado. Si os llevan a las sinagogas, ante los magistrados y autoridades, no os preocupéis del modo de defenderos, ni de lo que vais a decir; el Espíritu Santo os enseñará en ese mismo momento lo que debéis decir.

Os digo que si uno se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero si uno me niega delante de los hombres, también yo lo negaré delante de los ángeles de Dios. 

Quien hable mal del Hijo del hombre, podrá ser perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no será perdonado. Si os llevan a las sinagogas, ante los magistrados y autoridades, no os preocupéis del modo de defenderos, ni de lo que vais a decir; el Espíritu Santo os enseñará en ese mismo momento lo que debéis decir.

Comentario: 

Aceptar el Reino no es fruto de nuestros empeños y conocimientos. Esta Palabra viene a recordarnos que la fe es puro don y comprender el mensaje del Señor es un regalo, que se nos dará cuanta menos confianza pongamos exclusivamente en nuestras capacidades y más en el Padre. 

Esto nos invita a vivir con auténtica humildad, como la comprendía Santa Teresa, cuyo día conmemoramos hoy, “Humildad es andar en verdad” y nuestra verdad más radical es que somos criaturas limitadas y vulnerables, pero creadas a imagen y semejanza de Dios.

Que los sencillos y humildes entiendan mejor el estilo de Jesús que los sabios e importantes puede escandalizarnos, como escandalizó a los honorables varones del tiempo de Teresa. 

Ella vivió como don, no exento de tarea, el regalo de un conocimiento profundo del Señor. Se fatigó, se enfrentó a muchos y siguió adelante, poniendo sus cansancios y dudas en manos del Señor.

Pues la palabra no nos asegura que la amistad de especial intimidad con el Señor nos va a librar del fracaso y el dolor; solo que podemos vivirlos vinculándonos a la Cruz de Jesús, haciendo nuestras las palabras de Teresa: 

 “Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”.