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Me piden algo sobre una comunidad que contribuye a transformar la historia, que acepta ser fermento hoy… y el primer paso es reconocer que, gracias a que hace algo más de 10 años unos hermanos en Peñagrande creyeron que era posible, hoy existe Baroke. Y porque alguien más ha aceptado permanecer al lado, acompañando esta magia, hoy aún existe. En estos tiempos que corren, veo tan importante la pasión con la que vivimos nuestro ser Adsis, como el hecho de permanecer en esa pasión a lo largo del tiempo. 

por Carlos Melgar
 

La propuesta es bien sencilla y al alcance de todos: una comunidad que sale al encuentro y que se plantea abrir la puerta a otros, inmigrantes y voluntarios. La comunidad es fermento porque se diluye, desaparece en lo que los otros necesitan. 

Se trata de generar un ambiente de relación, sin etiquetas. La casa siempre está abierta, expuesta. No hay jóvenes y pobres; hay personas, que vienen libremente y se encuentran. La comunidad es sensible a las necesidades de los inmigrantes y sale a convocar a voluntarios para poder hacer algo juntos. 

Aquí es donde empieza la magia, la capacidad para transformar la realidad. Algo desaparece y otras cosas aparecen. La comunidad des-aparece, como el fermento en la masa, y aparece una familia amplia que es capaz de acoger, en la mesa y en la casa: “Nosotros hemos venido aquí y no tenemos familia. Baroke, Adsis, sois nuestra familia”. No es un proyecto para francotiradores. Sin una comunidad acogedora, que se implica mucho más allá del “quehacer”, no es sostenible. En la vida de la comunidad está la oportunidad para ser significativos, para provocar interrogantes a otros. “¿Qué es Adsis para vosotros?”

Aparecen los voluntarios, los que vienen de fuera y los de casa, que también lo somos. Vienen con un gran corazón, apertura, inquietudes… y se encuentran con un mundo que desconocen, con las vidas de los inmigrantes que han atravesado países y sobrevivido al mar. Más que dedicarse a enseñar castellano o inglés o informática, tratan de escuchar, de preguntar con respeto. Esto es lo que decimos cuando afirmamos que el papel del voluntario es “acompañar”. Una voluntaria llegó un día disculpándose porque ella no se atrevía a dar clase y solo podía poner el café para el encuentro del descanso. Para todos, ella siempre fue un ejemplo de entrega y de cariño.

Baroke es un nombre puesto por inmigrantes subsaharianos en la lengua de Mali, que significa “encuentro”, “charla”… Y entonces aparecen los inmigrantes, que son extranjeros pero que no nos son extraños. Vienen porque confían, porque han escuchado a otros decir que aquí les tratan bien, con dignidad y respeto. Por eso la acogida es tan importante. Cualquiera es bienvenido. Han venido más de 800 inmigrantes en estos años. A los subsaharianos les preguntamos un día si les parecía bien que abriéramos Baroke a otros, con otras culturas, otras creencias. Les pareció bien y nos han demostrado que hasta en eso son especiales: nos dan una gran lección de convivencia, de respeto, de apertura. Hoy en día Baroke es un mosaico de lenguas, de colores, de historias. 

Es todo un reto para la comunidad, para cada uno. En cada uno que se acerca a Baroke, se produce una transformación, aprende a ver más allá del problema. No persigue resolverlo, sino permanecer cerca. No se trata de emprender una cruzada por grandes causas, sino crear espacios de humanidad, de dignidad.