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Acaba de comenzar el mundial de fútbol en Brasil, y con él, el terremoto mediático de estrellas, de países volcados con su selección, análisis minuciosos de cada partido, elogios a los vencedores… Seguramente más de la mitad de los informativos de noticias se dedicarán a este evento.
A pesar de que hay cierta marejada por los excesos del mundial en un país donde hay tanta pobreza y necesidades, es posible que  una vez que el balón eche a rodar, muchos de estos análisis se olviden de la situación social, de la violencia callejera, de los niños en las favelas, de los jóvenes armados, de la situación de los trabajadores.
Es la ambigüedad del deporte. Que, sin embargo, es también vehículo de grandes valores. El vídeo de esta edición nos muestra el espíritu de superación que tiene el deporte, cuando no está contaminado más que por la ilusión, y el disfrutar de compartir con los amigos un partido, sin importar la clasificación ni el resultado.
(Esto se entreteje aquí en España con la época de los exámenes finales). A menor escala que el fútbol, se da una situación con ciertos paralelismos: Presión por un partido – examen, concentraciones en las bibliotecas, celebraciones por lo conseguido y frustración por las derrotas… Pero quizás olvidamos, (como se nos recuerda en el vídeo), de disfrutar el camino, y de poner en perspectiva que mientras unos juegan en primera división, hay otros que necesitan construirse un campo para poder empezar a jugar.
Fuente Original: PastoralSj