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Fue un verano, hace ya trece años. Todo comenzó en Ponferrada. Allí iniciamos un camino que nos llevaría, después de mucho andar, hasta Santiago. 

 

Éramos un grupo grande: unos de Lasarte, otros de Madrid, otros de Asturias, otros de Bilbao… incluso de Chile. Algunos nos conocíamos de anteriores campos de trabajo, de grupos de parroquia. Otros nos conocimos allí mismo, mientras caminábamos. Y mientras andábamos fuimos uniéndonos como grupo y conociéndonos como personas.

Fueron días de mucho caminar en pleno verano. Un verano gallego, con sus días de sol y sus días de lluvia. Caminando entre bosques, subiendo al Cebreiro, recogiendo tomates en Villafranca, visitando la residencia de ancianos de Sarriá y bailando “Paquito el Chocolatero” en la Plaza del Obradoiro, nada más llegar.

Y sin apenas percatarnos, han pasado trece años. Y trece años después, de nuevo, nos juntamos en Zaldu. No estamos todos. A algunos les hemos perdido la pista. Otros viven lejos. El lugar es distinto, pero las caras son las mismas. Trece años más tarde, muchas historias y momentos después.

Corren las fotos y las risas cada vez que uno se reconoce en su cara de adolescente. Se recuerdan chascarrillos y anécdotas. ¿Te acuerdas de aquella noche en que dormimos al aire libre? ¿Te acuerdas cuando dormimos en un mercado de ganado después de ver la final de Gran Hermano? Sí, también la vimos. Por aquel entonces era la gran novedad, la primera edición. En aquel camino nos dio tiempo a todo: a caminar en soledad, a compartir el camino, a sufrir por las ampollas y a divertirnos.

Y mientras se pasan las fotos y se recuerdan historias que estaban ya escondidas en los cajones de la memoria, uno se fija en cómo, entre las manos que pasan esas fotos, cada vez hay más anillos. De boda. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Y entre las fotos y las manos, aparecen también unas manitas. Pequeñas e inocentes. Curiosas y aventureras. Unas manitas que se abren camino ante la mirada atenta de sus padres y de todo el resto del grupo. Como hace trece años, nosotros también abríamos nuestro camino. Paso a paso. Etapa a etapa. Hacia Santiago.

 

Y trece años después ...

de nuevo, nos juntamos en Zaldu.