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Un sábado entró Jesús a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos. Ellos estaban al acecho. Había allí, frente a él, un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los maestros de la ley y a los fariseos:
–¿Se puede curar en sábado, o no?
Ellos se quedaron callados. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Después les dijo:
–¿Quién de vosotros, si su hijo o su buey cae en un pozo, no lo saca inmediatamente, aunque sea en sábado?
Y a esto no pudieron replicar.

Fecha: 
Viernes, Noviembre 3, 2017
Cita de la oración: 
Viernes - 30 Tiempo ordinario
Comentario: 

En este mundo estamos más preocupados por las posesiones que por las personas. Somos capaces de cualquier cosa, por salvar lo que tenemos, sea plata, prestigio, relaciones... Y no importa relativizar cualquier ley o costumbre si con ello, salvamos lo nuestro. La cosa se complica cuando es el bienestar del otro lo que está en juego. La situación del hombre enfermo de hidropesía puede esperar hasta el lunes, aunque corra el riesgo de morirse el domingo.

Cuando los gobiernos de nuestros países latinoamericanos, tienen más interés y urgencia por pagar la deuda externa, exigida por los organismos multilaterales, dilatando permanentemente la deuda social que los mismos gobiernos y organismos tienen con las personas más sufrientes, están invirtiendo los valores.

Cuando los fariseos espían a Jesús y reprochan su actitud de curar en sábado, Jesús denuncia explícitamente esta hipocresía y esta subversión de valores y de intereses. Lo primero y más importante es la persona. Y no la persona en general, sino la persona concreta que sufre la situación concreta. Porque el dolor de las personas, el riesgo de vida de tantos que sufren la dejadez y el abandono, es más importante que cualquier propiedad, aunque sea un burro, un asno, un depósito bancario, una deuda externa, o cualquier tipo de propiedad, por la que somos capaces de hacer cualquier cosa, incluso cambiar las leyes si es necesario.