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Llegó a Nazaret, donde se había criado. Según su costumbre, entró en la sinagoga un sábado y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, al desenrollarlo, encontró el pasaje donde está escrito:
El espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar
la buena noticia a los pobres;
me ha enviado a proclamar
la liberación a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a libertar a los oprimidos
y a proclamar
un año de gracia del Señor.
Después enrolló el libro, se lo dio al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga tenían sus ojos clavados en él. Y comenzó a decirles:
-Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar.
Todos asentían y se admiraban de las palabras que acababa de pronunciar. Comentaban:
-¿No es éste el hijo de José?
El les dijo:
-Seguramente me recordaréis el proverbio: «Médico, cúrate a ti mismo». Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí, en tu pueblo.
Y añadió:
-La verdad es que ningún profeta es bien acogido en su tierra. Os aseguro que muchas viudas había en Israel en tiempo de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en la región de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel cuando el profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino únicamente Naamán el sirio.
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de indignación; se levantaron, lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que se asentaba su ciudad, con ánimo de despeñarlo. Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.

Fecha: 
Lunes, Septiembre 4, 2017
Cita de la oración: 
Lunes - 22 Tiempo ordinario
Comentario: 

En un mismo texto, el anuncio de la pasión, sorpresa, admiración y rechazo. Así es la vida y la misión de Jesús. El ha venido para dar la Buena Noticia a los pobres... Pero ha venido siendo uno de tantos. El ser uno de tantos, uno de los nuestros, provoca admiración y rechazo. Estamos más propensos a reconocer y valorar los gestos, las iniciativas grandes, llamativas que nos vienen de fuera. Y no los signos constantes que se dan en nuestro entorno o en nosotros mismos.

La novedad de Jesús, no solo es el anuncio, sino la comunicación de que Hoy se cumple. Es hoy, en el hoy de Jesús, y en el hoy nuestro que se cumple la presencia del Reino con los signos de la libertad, la vista, la esperanza de los pobres, el año de gracia. Y se cumple hoy y cada vez que nos dejamos poseer por el Espíritu de Jesús, que es el que hace nueva todas las cosas.

Ante la experiencia de fracaso, Jesús se abre paso entre ellos y se aleja. No es cuestión de huir o de responder con agresividad y violencia ante el fracaso. Como Jesús, basta con abrirse paso y seguir en fidelidad a la misión encomendada.