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Los fariseos y algunos maestros de la ley procedentes de Jerusalén se acercaron a Jesús y observaron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavárselas -es de saber que los fariseos y los judíos en general no comen sin antes haberse lavado las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de sus antepasados; y al volver de la plaza, si no se lavan, no comen; y observan por tradición otras muchas costumbres, como la purificación de vasos, jarros y bandejas-. Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron:
-¿Por qué tus discípulos no proceden conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?
Jesús les contestó:
-Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito:
Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
En vano me dan culto,
enseñando doctrinas
que son preceptos humanos.
Vosotros dejáis a un lado el mandamiento de Dios y os aferráis a la tradición de los hombres.
Y añadió:
-¡Qué bien anuláis el mandamiento de Dios para conservar vuestra tradición! Pues Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y el que maldiga a su padre o a su madre, será reo de muerte. Vosotros, en cambio, afirmáis que si uno dice a su padre o a su madre: «Declaro corbán, es decir, ofrenda sagrada, los bienes con los que te podía ayudar», ya le permitís que deje de socorrer a su padre o a su madre, anulando así el mandamiento de Dios con esa tradición vuestra, que os habéis transmitido. Y hacéis otras muchas cosas semejantes a ésta.

Fecha: 
Martes, Febrero 6, 2018
Cita de la oración: 
Martes - 05 Tiempo ordinario
Comentario: 

Una de las cosas que menos tolera Jesús es cuando pretendemos vivir de apariencias, vivir de imágenes: vivir una realidad y querer aparentar otra. Y aún peor si esto lo pretendemos vivir en nombre de Dios, para agradar a Dios.

Los hábitos y tradiciones que no son más que costumbres nuestras no podemos utilizarlas como impedimentos para acoger y vivir la voluntad de Dios. Menos ocultar su voluntad, apelando que somos así, que así es como siempre actuamos.

El yo soy así, así lo hemos hecho siempre, puede tantas veces ser un subterfugio para no adentrarnos en la profundidad de la Palabra de Dios que siempre es novedad y encuentro.

El cumplimiento si no es expresión del amor al hermanos, del servicio a jóvenes y pobres..., expresión de la obediencia a la Palabra, puede ser, sin duda, un impedimento para el encuentro con Dios. Y por vivir solo del cumplimiento, tanto en la casa como en los proyectos, o en las relaciones y, precisamente por eso, podemos creer que estamos haciendo lo que Dios quiere, que somos fieles a nuestra vocación, y no darnos cuenta de lo lejos que podemos estar de Dios y de su proyecto sobre nosotros.