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En una ocasión iba Jesús caminando por los sembrados. Era sábado. Sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Los fariseos, al verlo, le dijeron:
-¿Te das cuenta de que tus discípulos hacen algo que no está permitido en sábado?
Jesús les respondió:
-¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y sus compañeros: cómo entró en el templo de Dios y comió los panes de la ofrenda que ni a él ni a los suyos les estaba permitido comer, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la ley que en día de sábado los sacerdotes del templo pueden incumplir el precepto del sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí alguien más importante que el templo. Si supierais lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios, no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.

Fecha: 
Viernes, Julio 21, 2017
Cita de la oración: 
Viernes - 15 Tiempo ordinario
Comentario: 

Es fácil juzgar la conducta de los otros. Y nuestro juicio normalmente es sinónimo de condena. Cuando colocamos la norma, la ley, la tradición por encima de la persona en situación, la mirada es de juicio y reproche. Frente a esto la actitud de Jesús es de misericordia. Una vez más nos muestra con su actitud la mirada del Padre. Una actitud y una mirada misericordiosa que consideran al hombre más importante que el templo y sitúa el sábado en función de la persona y no al revés.

Con una mirada misericordiosa evitaremos muchas veces condenarnos y condenar a tantos que no tienen culpa, sino que con frecuencia son verdaderas víctimas del pecado de los demás.

Una mirada excesivamente segura y «profesionalizada» que sabe con demasiada claridad lo que los otros tienen que hacer, impide la mirada compasiva y misericordiosa que es la única que hace posible en los otros la realización y desarrollo de lo mejor que hay en cada uno y, en definitiva, puede resultar un obstáculo para el cambio y la propia liberación.