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Mejor película, mejor dirección novel, mejor guion y fotografía

 

 

Las niñas en su aparente simplicidad es una obra profunda, resentida de algún esquematismo, pero trasparenta verdad interior. Se adentra en un universo femenino que no solo aborda la preadolescencia de un grupo de niñas, sino el peso de un sufrimiento soterrado, invisible, que afecta no solo a la generación de las que nacieron al comienzo de los 80, sino al silencio como sentimiento.

La canción “Lunas de papel” de Carlos Naya - entre letra tipo García Lorca y música tipo "Los chicos del coro"-, en el epilogo final realiza una definición atmosférica de este tiempo de tránsito que son los noventa y la adolescencia. Dos cambios: uno entre dos siglos y otro con el paso de la infancia a la juventud de las protagonistas. Un grupo de niñas en los confines de los 12 años viven la transformación físico-psíquica en el ambiente de un colegio católico y con una situación familiar conflictiva por parte de Celia, la pequeña que se convierte en personaje principal.

Pilar Palomero que se ha llevado el Goya 2021 a mejor película, mejor dirección novel y mejor guion apunta maneras de gran cineasta. Formada bajo la tutela de Béla Tarr sintoniza el alma del frío húngaro con el sentimiento trágico hispano y compone con sencillez un relato de oscuridades, las sombras aparentemente naturales de la mirada de Daniela Cajías (también premiada por la fotografía) con sus apenas destellos de luz entre inocencias y mentiras.

Las jóvenes actrices convencen ayudadas por la modulación de una imagen solo aparentemente realista pero que resalta la belleza escondida en la simplicidad. El guion guarda los matices para las dos protagonistas, madre e hija, Natalia de Molina y Andrea Fandós. El resto forma parte de un decorado estático. Las monjas en un papel de acompañantes a la vez que encubridoras, la familia rural de sin perdón y las compañeras que traspasan la frontera de la adolescencia sin demasiada definición propia. Sin embargo, el estudio del dolor hereditario resulta memorable.  Una madre soltera que ha combatido en el silencio y la soledad con una pena enquistada en lágrimas que no logran brotar. Y su hija buscadora cada vez menos ingenua mientras se prepara para un futuro incierto que quiere revestir de verdad.

En la película lo religioso se hace presente en símbolos, personajes y oraciones. Y se presenta en una dramática ambigüedad. Las monjas están presentes, incluso dejan su hombro, pero cargadas de estereotipos. No aciertan a estar al lado  de los corazones de aquellas mujeres heridas. La oración de las protagonistas dolorosas en el cementerio es un balbuceo en la noche, pero no un encuentro que libera dando fuerza y luz. La visión de la educación de las escuelas católicas de los 90 se parece más, desde el punto de vista histórico, a la que existía en realidad en los últimos años de la dictadura, veinte años antes. Catolicismo trágico.

Lo realmente interesante de “Las niñas” es desvelar la pena oculta, retenida y silenciosa a la vez que la fortaleza resistente de las mujeres. Mientras que desde el punto de vista espiritual recuerda a un cristianismo de viernes santo sin Resurrección. En cuanto al perfil antropológico late un pesimismo bergmaniano que en su lucidez puede desarmar la esperanza. La película es un "canto en la vereda" que ayuda a entrar en el propio pozo de hiel aunque poco aparecen las "frutas de clara miel" ni el "viento del Sur"

Autor: Peio Sánchez.
Fuente: Religión Digital

Etiquetas: Cine espiritual