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Algo cambió en la Iglesia cuando el 28 de julio de 2013, a la vuelta de la JMJ de Rio de Janeiro, el papa Francisco respondía a una pregunta sobre algunas informaciones recientes sobre un posible “lobby gay” en el Vaticano. “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, señalaba elPontífice a una periodista italiana. Esta nada ino cente frase papal sacó del armario o de las sacristías la labor de acompañamiento que muchos llevaban haciendo años a la comunidad LGTBI. A partir de algunos grupos, inicialmente de fieles homosexuales, se comenzó a dar carta de naturaleza a una acción pastoral que nada tiene que recriminar al resto dela misión evangelizadora de la Iglesia.
Ahora bien, las palabras no bastan. Para la mayor parte de la opinión pública, hay un abismo entre la propuesta moralcristiana y los jóvenes y veteranos homosexuales. La teoría de género o los grupos de presión que surgen desde una ideología muy con creta ponen el foco en los intentos de terapias de conversión, o en extraños casos de padrinos excluidos de los sacramentos. Pero, más allá de todo eso existe una realidaddesconocida que apuesta por el acompañamiento de quienes han vivido su identidad de forma traumática por la forma en que algunos han podido transmitir el evangelio.

SENTIRSE EN CASA. Una referencia para el acompañamiento pastoral de los católicos LGBTI es el jesuita esta dounidense James Martin. Ponente en el Encuentro Mundial de la Familias, ha recibido en diferentes ocasiones un apoyoexplícito del papa Francisco y su libro ‘Tender un puente’ (Sal Terrae, 2018) se ha convertido una brújula para construir el encuentro entre la Iglesia y la comunidad LGTBI. Para el sacerdote, estoscatólicos esperan del Orgullo 2022 “simplemente que la Iglesia los acoja como la Iglesia acoge a todos sus hijos” ya que, señalacitando al Papa, “Dios no repudia a ninguno de sus hijos”. “Quieren sentirse como en casa en la que, al fin y al cabo, es también su Iglesia”,señala a 21.
¡Error! Nombre de archivo no especificado.Analizando el rechazo que han sufrido, Martin explica que “la gente teme a otras personas que parecen ‘diferentes’ ydenuncia que hay “una auténtica homofobia en la Iglesia ya que algunas personas, por diversas razones,simplementeodian a los gais y a las lesbianas”. También, destaca, “muchas personas se quejan de que los LGBTI son ‘pecadores’ porque algunos no se ajustan a las enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, ningún otro grupo es tratado de esta manera: es decir, ningún otro grupo en su conjunto es etiquetado como ‘pecador’. Muchas parejas casadas, por ejemplo, utilizan métodos anticonceptivos. ¿Acaso decimos que ¡Error! Nombre de archivo no especificado.todos los casados son ‘pecadores’? No, por supuesto que no. ¿Se condena a los matrimonios desde los púlpitos de las iglesias? No, no se hace. Muchos jóvenes, por poner otro ejemplo, son sexualmente activos antes del matrimonio. ¿Decimos que todos los jóvenes son ‘pecadores’? No, no lo decimos. ¿Se expulsa a los jóvenes de las iglesias? No,por supuesto que no”. Para Martin, “con ambos grupos -los casados y los jóvenesentendemos que están haciendo todolo posible para usar sus conciencias para ayudarles a tomar buenas decisiones morales. Los vemos como individuoscon conciencia porque los conocemos. Pero en el caso de las personas LGBTI simplemente los etiquetamos a todos como‘pecadores’. Parte de la razón de esto es que la Iglesia no los conoce, como personas que están tratando de tomar decisiones morales. Y así se convierten no en individuos con conciencia sino simplemente en ‘pecadores’. Y así, en lugar detender puentes, simplemente los condenamos. Pero, ¿quién de nosotros no es ‘pecador’?”, cuestiona. Ante esta situación, pensando en los sacerdotes que no son capaces de dar pasos en este sentido, Martin les pediría “que miraran cómo trató Jesús a la gente de las periferias, a la gente excluida, a la gente ignorada”. “Pueden ver cómo trata al centurión romano,que ni siquiera es judío. ¿Lo condena? No, cura a su siervo, y no hay condena de alguien que no solo no era judío, sino que ni siquiera creía en Dios. ¿Cómo trata a la mujer samaritana, que se ha casado cinco veces y vive con un hombre queno es su marido? ¿La llama pecadora y se niega a hablar con ella? No, se revela ante ella como el ‘Agua Viva’.

¿Cómo trata a Zaqueo, el recaudador de impuestos que probablemente era odiado en Jericó? ¿Se niega a hablar con él? No, se invita a sí mismo a la casa de Zaqueo. En cada situación -alguien que no es judío, alguien con un extraño pasado sexual, alguien que está en connivencia con los romanos Jesús se encuentra con ellos, les habla y les trata con amor, misericordia y compasión”, relata. Por ello, concluye, “deberíamos hacer lo mismo con todas las personas, incluidas las personas LGBTI. Jesús querría que no hiciéramos menos”. 

COMUNIDADES ACOMPAÑADAS. 
Alguien que ha contribuido a una mayor visibilidad y a trazar caminos de encuentro entre la Iglesia y esta comunidad es el teólogo Luis Mariano González, perteneciente a la asociación Crismhom de Cristianas y Cristianos de Madrid LGTBI, una entidad que se fundó en 2006 y que cuenta con un local en el barrio de Chueca. Él señala que desde iniciativas como estas “lo que se acompaña son personas, lo de la orientación sexual o identidad de géneroforma parte del don de Dios regalado a cada persona en particular. La persona lo primero, como dice sin cansarse la jesuitina María Luisa Berzosa”. En este sentido, destaca que “hay espacios donde este don se tiene en cuenta en los procesos deacompañamiento” a través de grupos como las Comunidades de Vida Cristiana (CVX), ADSIS, Ichcthys, Betania y en parroquias, como la del propio Luis Mariano González, la de San Francisco Javier en Pinto (Madrid).
En concreto, para González, Crismhom es “todo un regalo de Dios” ya que “en este tiempo de recorrido, la necesidad de ser acompañados ha sido algo permanente y necesario. Para tal fin, se creó un grupo de acompañantes formado por sacerdotes, religiosas y laicos con formación en el tema”. Ahí se puede escuchar la voz de quienes no desean más que “manifestar nuestro amor a la Iglesia en la que hemos conocido a Jesús, el totalmente inclusivo, y desde ahí, estamos en procesos de encuentro fraterno con comunidades, grupos y jerarquía, intentando poner rostro y nombre a este misterio de la orientación sexual e identidades de género”. Explica que, desde estos grupos de creyentes, se trabaja “para que se caiga en la cuenta del kairós, el tiempode Dios, desde el que ninguna persona ha de quedar invisibilizada en su parroquia, congregación o grupo… Apostamospara ir creando condiciones de pertenencia en las diferentes comunidades estando totalmente visibles, porque nuestra mirada y sentir arcoíris es un regalo que Dios noshace a todas las personas, también a las personas LGTBIQ+”. “Hemos estado, estamos y estaremos en la Iglesia, y cuando teníamos todos los argumentos para  marcharnos, no lo hicimos. Permanecimos fieles, críticos ante las injusticias recibidas, también en nuestra casa, la Iglesia y creando condiciones de posibilidad”, reitera.

Ahora bien, aún queda camino por hacer. Señala que “por un lado, la institución necesita aprender a querernos, ylos que no lo han hecho, es porque aún no nos han puesto nombre y rostro. El desconocimiento produce miedo. Por otro lado, las personas creyentes LGTBIQ+ estamos en un proceso de apertura total, con la mirada puesta en Jesús, el Señor, el que nos da posibilidades para comprender, no justificar las heridas recibidas, pero en la medida delas posibilidades, no quedar atrapados en ellas”. En este camino de encuentro, añade “el papa Francisco ha puesto palabras y gestos que nos han acariciado”, aunque desde la comunidad también reconocen las contradiccionesque pueda tener. Lo que no quita que destaquen las aportaciones hechas a través del proceso sinodal iniciado por el Pontífice.

Y ante quienes miran con recelo, Luis Mariano González invita a contemplar a Jesús que “se encontraba con la gente donde estaba y como estaba. No juzgaba. Acompañaba”. “Hay que inmiscuir a Dios en todo esto de la acogida a los cristianos arcoíris, solo Dios puede cambiarnos la mirada, ensancharnos los corazones a unos y a otros para que nos miremos teniendo el evangelio en el centro de nuestras vidas, y así, poder dar un paso más, y poner un rostro y nombre de algún hermano, hermana o hermane arcoíris a los que mirándoles a los ojos, descubran que es Dios mismo quien nos soñó así desde antes de ser”, implora.

Artículo perteneciente a la revista: 21. la revista cristiana de hoy.