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Un año más nos asomamos a esta ventana de nuestra comunidad para reconocer la Presencia de Dios que se va colando por las rendijas de nuestra trama de relaciones, creciendo en la fe, la fraternidad y el cuidado de los más vulnerables. Las tareas, actividades y encuentros celebrativos nos vinculan más al proyecto de Dios haciéndonos más libres y enamorados de su reino.

Junto con la dolorosa guerra de Ucrania, nos ha sobresaltado el conflicto armado en la Franja de Gaza. Tanto dolor, muertes indiscriminadas de civiles y niños, nos lleva a orar y a clamar por el cese de la violencia y la llegada de la paz. Así como a ser portadores de actitudes pacíficas allí donde estamos.

Nuestro planeta se queja del abuso que ejercemos sobre él. La sequía, las temperaturas primaverales casi permanentemente, el calentamiento de los mares... nos hablan de un planeta “enfermo” por falta de respeto y cuidado debido.

En nuestro país, en nuestras calles la polarización social no ayuda en nada al encuentro, al respeto de la diversidad ni al conocimiento mutuo.

En este contexto con los mimbres que somos vamos tejiendo una modesta red de relaciones y creciendo desde lo que somos con nuestro aporte original y con una sensibilidad sinodal.

Una participación activa, desde los equipos y ministerios donde se reflexiona y actúa y se toman decisiones de forma compartida.

Un discipulado de iguales entre hombres y mujeres. Por el bautismo recibimos la vocación-misión todos y todas. El espíritu “La Ruah” se nos da para ser juntos Testigos.

Ampliando las telas de la tienda. Con nuevas incorporaciones a la vida celebrativa y orante; a los grupos y procesos de adultos, y de mayores, de Postco, de jóvenes, con nuevos Preeducas, y Acompañantes.

El valor de la escucha a cada persona. En sus necesidades y posibilidades. Acentuando los procesos de acompañamiento personal e incorporación gozosa a la vida de la comunidad. Cuidando en lo cotidiano la alegría y gozo evangélico, así como el “buen trato” y cuidado entre nosotros.

Creciendo en inclusión “Todos somos Iglesia”. Acogiendo y ofreciendo procesos de crecimiento a personas hasta ahora más al margen de la iglesia: divorciados y divorciadas vueltos a casar, familias en situación irregular o personas con diversidad sexual.

Con las gentes de nuestro barrio. Ampliando relaciones con la Red de Ayuda “Juntos todo irá mejor” Colaborando con el centro de autismo CEPRI; encuentros con la Iglesia Evangélica, los 190 colaboradores de la Cesta Solidaria o el Voluntariado joven y social.

Con una mayor conciencia de pertenecer a una Casa Común de la que somos también cuidadores. Con acciones de reciclado y uso de objetos no desechables. Cuidando la creación que nos acoge y acompaña en su diversidad, posibilitando nuestra vida y crecimiento.

Sin duda todo lo que vivimos es un don, que acogemos de la mano de Jesús que nos sigue haciendo hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

Con cariño, fuerte abrazo a todas de vuestro hermano

Miquel