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Mt 10, 1-7

Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar espíritus inmundos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Los nombres de los doce apóstoles son: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones:

Mt 9, 32-38

Mientras los ciegos se iban, le presentaron un hombre mudo poseído por un demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo recobró el habla. Y la gente decía maravillada:

-Jamás se vio cosa igual en Israel.

Pero los fariseos decían:

-Expulsa los demonios con el poder del príncipe de los demonios.

Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando la buena noticia del reino y curando todas las enfermedades y dolencias.

Mt 9, 18-26

Mientras Jesús les decía esto, llegó un personaje importante y se postró ante él diciendo:

-Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, vivirá.

Jesús se levantó y, acompañado de sus discípulos, lo siguió. Entonces, una mujer que tenía hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, pues pensaba: «Con sólo tocar su vestido quedaré curada».

Jesús se volvió y, al verla, dijo:

-Animo, hija, tu fe te ha salvado.

Mc 6, 1-6

Salió de allí y fue a su pueblo, acompañado de sus discípulos. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La muchedumbre que lo escuchaba estaba admirada y decía:

-¿De dónde le viene a éste todo esto? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por él? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí entre nosotros?

Y los tenía desconcertados.

Jesús les dijo:

Jn 20, 24-29

Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban «El Mellizo», no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús. Le dijeron, pues, los demás discípulos:

-Hemos visto al Señor.

Tomás les contestó:

-Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y no meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré.

Mt 9, 9-13

Cuando se marchaba de allí, vio Jesús a un hombre que se llamaba Mateo, sentado en la oficina de impuestos, y le dijo:

-Sígueme.

El se levantó y lo siguió.

Después, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos.

Al verlo los fariseos, preguntaban a sus discípulos:

-¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y los pecadores?

Lo oyó Jesús y les dijo:

Mt 9, 1-8

Subió a la barca, cruzó el lago y fue a su propia ciudad. Entonces le trajeron un paralítico tendido en una camilla. Jesús, viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:

-Animo, hijo, tus pecados te quedan perdonados.

Algunos maestros de la ley decían para sí: «Este blasfema».

Jesús, dándose cuenta de lo que pensaban, les dijo:

-¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados quedan perdonados; o decir: Levántate y anda? Pues vais a ver que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder para perdonar los pecados.

Mt 8, 28-34

Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, salieron a su encuentro de entre los sepulcros dos endemoniados. Eran tan agresivos, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar:

-¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?

A cierta distancia de allí, había una gran piara de cerdos hozando; y los de-monios le rogaban:

-Si nos echas, envíanos a la piara de cerdos.

Jesús les dijo:

-Id.

Mt 8, 28-34

Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, salieron a su encuentro de entre los sepulcros dos endemoniados. Eran tan agresivos, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar:

-¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?

A cierta distancia de allí, había una gran piara de cerdos hozando; y los de-monios le rogaban:

-Si nos echas, envíanos a la piara de cerdos.

Jesús les dijo:

-Id.

San Pedro y San Pablo. Mt 16, 13-19

De camino hacia la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

-¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

Ellos le contestaron:

-Unos que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías o uno de los profetas.

Jesús les preguntó:

-Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Simón Pedro respondió:

-Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Jesús le dijo: