Al ver a la gente, Jesús subió al monte, se sentó, y se le acercaron sus discípulos. Entonces comenzó a enseñarles con estas palabras:
Dichosos los pobres en el espíritu,
porque suyo es el reino de los cielos.
Dichosos los que están tristes,
porque Dios los consolará.
Dichosos los humildes,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed
de hacer la voluntad de Dios,
porque Dios los saciará.
Dichosos los misericordiosos,