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Jn 1, 47-51

Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Cuando Jesús vio a Natanael, que venía hacia él, comentó:

-Este es un verdadero israelita, en quien no hay doblez alguna.

Natanael le preguntó:

-¿De qué me conoces?

Jesús respondió:

-Antes de que Felipe te llamara, te vi yo, cuando estabas debajo de la higuera.

Entonces Natanael exclamó:

-Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.

Jesús prosiguió:

Lc 9, 51-56

Cuando llegó el tiempo de su partida de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Entonces envió por delante a unos mensajeros, que fueron a una aldea de Samaría para prepararle alojamiento, pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron:

–Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?

Pero Jesús, volviéndose hacia ellos, los reprendió severamente. Y se marcharon a otra aldea.

Lc 9, 46-50

San Vicente de Paúl

Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante. Jesús, al darse cuenta de la discusión, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo:

–El que acoge a este niño en mi nombre, a mí me acoge; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado, porque el más pequeño entre vosotros es el más importante.

Juan tomó la palabra y le dijo:

–Maestro, hemos visto a uno expulsar demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no pertenece a nuestro grupo.

Lc 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres”. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

 

Lc 9, 18-22

Un día que estaba Jesús orando a solas, sus discípulos se le acercaron. Jesús les preguntó:

-¿Quién dice la gente que soy yo?

Respondieron:

-Según unos, Juan el Bautista; según otros, Elías; según otros, uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.

El les dijo:

-Y vosotros ¿quién decís que soy yo?

Pedro respondió:

-El Mesías de Dios.

Pero Jesús les prohibió terminantemente que se lo dijeran a nadie.

Luego añadió:

Lc 9, 7-9

San Pío de Pietrelcina

El tetrarca Herodes oyó todo lo que estaba sucediendo y no sabía qué pensar, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, otros que Elías había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo:

-Yo mandé decapitar a Juan. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo decir tales cosas?

Y buscaba una ocasión para conocerlo.

Lc 9, 1-6

Jesús convocó a los doce y les dio poder para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Luego los envió a predicar el reino de Dios y a curar a los enfermos. Y les dijo:

-No llevéis para el camino ni bastón ni alforjas, ni pan ni dinero, ni tengáis dos túnicas. Cuando entréis en una casa quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. Y donde no os reciban, marchaos y sacudid el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos.

Mt 9, 9-13

San Mateo apóstol

Cuando se marchaba de allí, vio Jesús a un hombre que se llamaba Mateo, sentado en la oficina de impuestos, y le dijo:

-Sígueme.

El se levantó y lo siguió.

Después, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos.

Al verlo los fariseos, preguntaban a sus discípulos:

-¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y los pecadores?

Lo oyó Jesús y les dijo:

Lc 8, 16-18

San Andrés Kim y compañeros mártires

Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la luz. Porque nada hay oculto que no haya de descubrirse, ni secreto que no haya de saberse y ponerse al descubierto. Prestad atención a cómo escucháis: al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener.