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Lc 11, 27-28

Cuando estaba diciendo esto, una mujer de entre la multitud dijo en voz alta:

–Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron.

Pero Jesús dijo:

–Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.

Lc 11, 15-26

Pero algunos de ellos dijeron: “Este echa a los demonios con el poder de Belzebú, jefe de los demonios”. Y otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: “Una nación dividida corre a la ruina, y los partidos opuestos caen uno tras otro. Si Satanás también está dividido, ¿podrá mantenerse su reino? ¿Cómo se les ocurre decir que yo echo a los demonios invocando a Belzebú? Si yo echo los demonios con la ayuda de Belzebú, los amigos de ustedes, ¿con ayuda de quién los echan?

Lc 11, 1-4

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo:

-Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.

Jesús les dijo:

-Cuando oréis, decid:

Padre,

santificado sea tu nombre;

venga tu reino;

danos cada día el pan que necesitamos;

perdónanos nuestros pecados,

porque también nosotros perdonamos

a todo el que nos ofende;

y no nos dejes caer en la tentación.

Mt 7, 7-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!”

Lc 10, 25-37

Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerle a prueba le preguntó:

–Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?

Jesús le contestó:

–¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?

El maestro de la ley respondió:

–‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente;t y ama a tu prójimo como a ti mismo.’

Jesús le dijo:

–Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida.

Mc 10, 2-16

Se acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron si era lícito al marido separarse de su mujer.

Jesús les respondió:

–¿Qué os mandó Moisés?

Ellos contestaron:

–Moisés permitió escribir un certificado de divorcio y separarse de ella.

Jesús les dijo:

Lc 10,17-24

Los setenta [y dos] volvieron llenos de alegría, diciendo:

-Señor hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Jesús les dijo:

-He visto a Satanás cayendo del cielo como un rayo. Os he dado poder para pisotear serpientes y escorpiones, y para dominar toda potencia enemiga, y nada os podrá dañar. Sin embargo, no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo.

En aquel momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:

Lc 10, 13-16

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que, vestidas de saco y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido. Por eso, será más tolerable el día del juicio para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿te elevarás hasta el cielo? ¡Hasta el abismo te hundirás!

Quien os escucha a vosotros, a mí me escucha; quien os rechaza a vosotros, a mí me rechaza; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.

 

Lc 10, 1-12

San Jerónimo

Después de esto, el Señor designó a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar. Y les dio estas instrucciones: